Bajo la lluvia

 

Llueve, los relámpagos iluminan desde el oriente, al poniente siempre argenta siempre presente, la luna creciente, después de cruzar la tormenta, inmerso en las sombras de la soledad reaparece la calma, aún llueve, aún la noche está presente, pero de nuevo aparecen los plateados rayos de luna, leales emisarios que auguran el resurgir de la calma y la esperanza, disipando las tinieblas, cae la lluvia suave acariciando la hierba, reaparecen poco a poco las estrellas.

 

Esta lluvia que otra hora parecía interminable, que apareció rauda y amenazante, que me sumergía en esta sensación agobiante, negra incertidumbre, cruel y fría soledad al saberte ausente, pero tan presente en mi mente, tan cercana en mi melancólico corazón que palpitaba con dolor y tan lejana de mi vista alrededor, me inundaba el dolor al no escuchar el sonido de tu voz, he extrañado tanto el color de tus ojos, la fragancia del perfume de tu piel, al amanecer, al anochecer, la luz de tu rostro no parece fenecer, al igual que la luna aclara en las penumbras después de esta incesante lluvia.

 

No te dejo de pensar, en la tormenta y en la calma, tu nombre mi alma no deja de pronunciar, estas en el viento que acaricia mi rostro, en el cielo nocturno repleto de estrellas que asombra mi mirada, en la tormenta eres esperanza, y en el silencio de la calma la suave brisa que trae paz a mi alma.


Ahora la lluvia se disipa, todo el dolor, toda la tristeza se desvanece lentamente, cada gota de lluvia que cae sobre mi rostro, me empapa de un dulce recuerdo a tu lado, y como en un sueño me parece escuchar el eco de tu tenue y celeste voz, camino hacia el horizonte, bajo esta lluvia suave, con este corazón anhelante y palpitante que no se cansa de buscarte, que no muere, por la esperanza de volver a abrazarte.   


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